

Un profesor de Braille e informática fue condenado por abusar sexualmente de dos alumnas no videntes en Trelew, Chubut. La sentencia: tres años de prisión en suspenso, sin cárcel efectiva. ¿Justicia o burla?
El caso se resolvió con un juicio abreviado entre la fiscalía y la defensa del imputado. ¿El resultado? Pena leve, más una lista de “pautas de conducta” y prohibición de contacto con las víctimas. Todo, avalado por la jueza Ivana González, quien lo consideró “razonable”.
Según la fiscalía, el primer abuso fue en 2022 durante una salida grupal con alumnos ciegos. El segundo, en 2023, en un curso. Ambos ataques ocurrieron en contextos de total vulnerabilidad y abuso de poder, y las víctimas quedaron paralizadas, sin poder pedir ayuda.
Mientras tanto, el abusador sigue libre. La condena genera indignación en redes y entre organizaciones que defienden los derechos de las personas con discapacidad. La pregunta es inevitable: ¿Qué tiene que pasar para que un abuso así tenga una pena real?