La mañana de este domingo tuvo su postal clásica en Puerto Madryn: la décima edición de la kayakeada en honor a la Inmaculada Concepción, una tradición que mezcla espiritualidad, deporte y comunidad. Desde las 10 de la mañana, los participantes se sumaron a la procesión que cada año gana más fuerza entre vecinos y visitantes.
El clima acompañó y permitió que la ceremonia se viviera a pleno tanto sobre el mar, con 17 kayaks avanzando en procesión, como desde la orilla, donde más de 30 personas siguieron cada tramo con emoción.

El secretario del Madryn Kayak Club, Néstor Luengo, celebró la gran participación: “Esta fue la décima edición de la procesión de la Virgen, una cuestión de fe, de esperanza… y como siempre es importante la presencia de la gente que nos acompañó”.
La actividad, ya instalada como un clásico local, combina tradición religiosa y disfrute del entorno natural. Según remarcó Luengo, la Sagrada Familia también acompañó vía terrestre por la costa, una presencia habitual que refuerza el carácter comunitario del evento.
Con el mar calmo, los kayaks coloreando la superficie y la devoción marcando cada tramo, la kayakeada volvió a demostrar por qué se mantiene viva después de diez años: una mezcla perfecta de fe, paisaje y espíritu colectivo.