La playa Cuatro Esquinas, en La Serena, se convirtió en escenario de una tragedia que mantiene en vilo a dos países. Alejandro Cabrera Iturriaga, un adolescente argentino de 17 años oriundo de San Juan, continúa desaparecido desde el lunes, cuando fue arrastrado por el mar mientras se bañaba junto a sus cuatro hermanos en un sector prohibido.
El grupo había ingresado al agua sin advertir la intensidad del oleaje. En segundos, la corriente los tomó por sorpresa y comenzó la desesperación. Los gritos de la madre alertaron a Francisco Boldo, un trabajador que pasaba por la costanera en bicicleta. Él fue quien decidió tirarse de inmediato al mar y hacer lo que pudiera para salvarlos.
ASÍ FUE EL RESCATE DE LOS ARGENTINOS ARRASTRADOS POR EL MAR EN CHILE
— Clarín (@clarincom) November 19, 2025
Cinco jóvenes argentinos de entre 12 y 22 años se metieron al mar en la peligrosa playa Cuatro Esquinas, en La Serena, y fueron arrastrados por la corriente. Cuatro de ellos fueron rescatados por Francisco… pic.twitter.com/22QucMCSyr
El relato de Boldo es tan crudo como impactante. “Vi a la mujer desesperada y me tiré sin dudar”, contó. Primero logró acercar a la orilla a un chico que estaba a punto de hundirse. Después encontró a otro de 12 años flotando inconsciente.
“Tuve que darle respiración ahí mismo, apretarle el pecho para que botara agua. Volvió en sí y lo tomé del brazo para ir por su hermana”, recordó. Así logró rescatar a cuatro de los cinco hermanos.
Pero el último, Alejandro, fue imposible de alcanzar. “Se me fue de las manos. Estaba solo y no pude hacer más”, dijo con bronca y tristeza.
Pese al enorme esfuerzo de salvataje inicial, las autoridades chilenas reconocen que la búsqueda aún no arrojó pistas firmes. Patrullas marítimas, drones, personal terrestre y equipos especializados trabajan sin pausa en el área.
Boldo también cuestionó los recursos del primer operativo oficial: “Los niños empezaron a tragar agua. No tenían los recursos adecuados y los subieron como podían, todos raspados”, señaló sobre el accionar de la lancha que acudió a la emergencia.
Mientras tanto, la familia del adolescente espera noticias en un clima de angustia que ya lleva más de 48 horas. La zona sigue vigilada y el rastrillaje continuará a lo largo del día, pero el mar, otra vez, se muestra implacable.