El hallazgo de un fusil militar argentino en una favela de Río de Janeiro volvió a poner bajo la lupa una vieja herida: el misterioso robo de armamento en el Batallón 603 de Fray Luis Beltrán, ocurrido hace más de una década y aún sin esclarecer.
El arma fue encontrada durante un megaoperativo en las favelas Alemão y Penha, donde las fuerzas de seguridad brasileñas enfrentaron al Comando Vermelho, una de las organizaciones narco más poderosas del país. El saldo fue más de 130 muertos y un arsenal secuestrado que incluyó fusiles de distintos países sudamericanos.
Entre ellos, un Fusil Automático Liviano (FAL) con la inscripción de Fabricaciones Militares (FM) y el escudo argentino. El jefe de la Unidad de Coordinación de Inspección de Armas y Explosivos, Vinicius Domingos, confirmó el origen del arma y aseguró que forma parte de una red de tráfico que mezcla armamento desviado de las fuerzas de Argentina, Brasil, Venezuela y Perú.
El hallazgo reavivó la causa por el robo de 43 fusiles FAL y miles de piezas de repuesto ocurrido en 2011 en la planta militar de Santa Fe. Aquella investigación estuvo años frenada hasta que, en junio de 2025, el exjuez Marcelo Bailaque procesó a siete militares por la desaparición del armamento.
Desde entonces, los fusiles argentinos han aparecido en manos de bandas criminales en Paraguay y Brasil, lo que refuerza la sospecha de que parte del arsenal robado terminó abasteciendo a grupos narcos en la región.
Expertos en seguridad advierten que la mala gestión de los arsenales oficiales y la corrupción interna son factores clave para entender cómo armas de uso militar argentino terminan en escenarios de guerra urbana.
Mientras tanto, el expediente de Fray Luis Beltrán sigue sin cierre definitivo, y el hallazgo en Río parece traer de vuelta un caso que muchos creían olvidado… pero que, como el fusil, sigue cargado de incógnitas.