

Al sonar el pitazo final, las imágenes hablaron por sí solas: Maher Carrizo se desplomó en el césped entre lágrimas, mientras que Gianluca Prestianni intentaba contener la emoción secándose la cara con la camiseta.
Fue la primera consagración mundial en la historia de Marruecos, que celebró con euforia junto a sus hinchas en las tribunas del estadio de Santiago. Pese al resultado, los dirigidos por Diego Placente se ganaron el respeto del público y demostraron que el futuro del fútbol argentino está más vivo que nunca.