

El ambiente en el fútbol argentino está que arde. Este jueves, el predio de la AFA en Ezeiza se convirtió en escenario de una tensa jornada política cuando Marcelo Moretti, presidente de San Lorenzo, irrumpió en medio de una reunión del Comité Ejecutivo y acusó a sus pares de estar gestando un “golpe de Estado” en su contra.
La visita del dirigente no pasó desapercibida: la Policía Bonaerense desplegó un operativo inusual, con presencia de la Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas (UTOI), ante el temor de que socios del Ciclón se acercaran a protestar.
Según trascendió, Moretti llegó decidido a ocupar su lugar como presidente y dialogar directamente con Claudio “Chiqui” Tapia, en medio de la crisis institucional que atraviesa el club de Boedo. Sin embargo, el abogado de la AFA, el “Patón” Urich, le recordó que debía cumplir con la resolución judicial que limita su participación en el Comité Ejecutivo.
Lejos de quedarse callado, Moretti pidió la palabra y lanzó una frase que encendió la mecha:
“Lo que me están haciendo a mí es un golpe de Estado. Hoy van por mí, mañana van por cualquiera de ustedes”.
Antes de retirarse, dejó sobre la mesa la resolución del juzgado que —según él— lo habilita a seguir ejerciendo la presidencia.
La interna en San Lorenzo viene escalando desde hace semanas, especialmente tras la difusión de una cámara oculta en la que Moretti aparece recibiendo una supuesta coima. Desde entonces, la presión política y social no afloja.
El lunes pasado, en la sede de Avenida La Plata, un grupo de socios autoconvocados exigió su renuncia, obligando al dirigente a abandonar el lugar escoltado en un patrullero.
Mientras la AFA intenta mantener la calma y definir el calendario del año próximo, la crisis en San Lorenzo ya trasciende los límites del club. El futuro de Moretti parece cada vez más incierto y, con él, el clima institucional del fútbol argentino.
Por ahora, la pelota está lejos del césped y demasiado cerca del poder.