El entrenador de Boca Juniors, que había regresado al club a mediados de año, luchaba desde hace años contra un cáncer de vejiga y complicaciones posteriores a un tratamiento médico. Su última aparición pública fue el 21 de septiembre en la Bombonera, durante el empate 2-2 ante Central Córdoba. Poco después, su estado se agravó y el club confirmó que se encontraba con “pronóstico reservado”.
La enfermedad lo acompañaba desde 2017, cuando fue diagnosticado mientras dirigía a Millonarios de Colombia. En medio de la adversidad, lideró al equipo hacia los títulos del Torneo Finalización 2017 y la Superliga 2018, demostrando una entereza que lo definió dentro y fuera de la cancha.
Su legado trasciende los colores: fue un símbolo de trabajo, humildad y pasión. El fútbol argentino lo despide con respeto y gratitud.
Hasta siempre, Miguel.