

Después de meses de frialdad diplomática y un conflicto comercial que tensó la relación entre Brasil y Estados Unidos, Lula da Silva y Donald Trump finalmente hablaron. La llamada, que se realizó este lunes, fue definida por el gobierno brasileño como “cordial y constructiva”, aunque el tema central no fue menor: los aranceles del 50% que Washington impuso a las exportaciones brasileñas.
Durante la conversación, Lula pidió directamente el retiro de los aranceles y de las restricciones impuestas a funcionarios brasileños, en una gestión que buscó reabrir el diálogo bilateral. Del lado brasileño participaron también el vicepresidente Geraldo Alckmin, el canciller Mauro Vieira, el ministro de Economía Fernando Haddad y el asesor presidencial Celso Amorim.
El mandatario brasileño remarcó que la decisión de Trump de aplicar impuestos a productos nacionales como represalia por la condena judicial de Jair Bolsonaro “no tiene cabida en una negociación entre Estados soberanos”. El republicano, por su parte, evitó declaraciones públicas, aunque según trascendió, aceptó revisar las medidas y mantener un canal directo de diálogo con Lula.
La charla se produce en un contexto sensible: la Corte Suprema de Brasil condenó a Bolsonaro a 27 años de prisión por intento de golpe de Estado, lo que llevó a Trump a tomar distancia del gobierno brasileño. Además, Washington sancionó al juez Alexandre de Moraes, encargado del caso, sumando tensión al vínculo bilateral.
Aun así, el tono del contacto fue más político que confrontativo. Ambos mandatarios acordaron verse personalmente en las próximas semanas, posiblemente en la cumbre de la ASEAN en Malasia, y avanzar hacia una relación “más pragmática y menos ideológica”.
Desde Brasilia, el balance fue optimista. “Fue un paso clave para recomponer la confianza y proteger los intereses comerciales de nuestro país”, afirmó una fuente del Palacio del Planalto.
Con esta llamada, Lula busca reabrir el camino del diálogo con una Casa Blanca otra vez gobernada por Trump, mientras el mundo observa cómo se reacomoda el tablero diplomático en América Latina.