

La medida implica alivio para el campo, pero también un golpe a la recaudación, con un costo fiscal estimado en US$1000 millones. La jugada busca dar aire cambiario, aunque el ajuste por otras vías parece inevitable.
En paralelo, la Argentina debe afrontar compromisos de deuda superiores a US$3000 millones en 2025, lo que convierte a la negociación en Washington en un factor clave para la estabilidad financiera.
Con las elecciones legislativas en el horizonte y un mercado expectante, el Gobierno juega su carta más arriesgada: ceder ingresos hoy para ganar dólares mañana.