

Cuatro internos de la Unidad 6 de Rawson quedaron al borde del juicio oral por liderar una red de narcotráfico carcelario, con ayuda de dos mujeres que ingresaban droga durante las visitas. Las escuchas telefónicas y los movimientos en billeteras virtuales destaparon el negocio.
El presunto jefe de la banda era Guido Morales Limachi, acompañado por Michael Gayozo, Ezequiel Ortiz y José Viggiani. Coordinaban el ingreso, distribución y cobro de la droga en los pabellones, todo desde el Pabellón 13. Las proveedoras eran Mirta Díaz, una docente de Neuquén y pareja de Limachi, y Andrea Medina, quien ingresaba como “amiga” y actuaba como “rana”.
El método era claro: las familias de los consumidores transferían dinero a las cuentas de Díaz, que luego lo reinvertía en más droga y en cubrir gastos como pasajes y alquileres. Las visitas conyugales y los llamados desde la cárcel eran clave para mantener la operación.
La Fiscalía Federal de Rawson pidió elevar la causa a juicio oral, tras comprobar que el grupo operó durante meses con total organización y logística, incluso desplazando a otros presos del uso del teléfono. Una trama digna de serie, pero bien real y peligrosa.