

Los legendarios bombarderos Tu-95, símbolo del poderío aéreo ruso desde los años 50, cayeron ante los drones ucranianos. Sí, los mismos aviones que Rusia modernizó para lanzar misiles de crucero ahora están fuera de juego, y eso duele… mucho.
Según expertos, esta pérdida obliga a Moscú a depender más de drones y menos de sus bestias voladoras como el Tu-22. Pero lo más grave no está en el aire: Putin está furioso. Ucrania logró desplegar contenedores con drones en la cara de las bases estratégicas rusas y lanzar ataques a gran escala. ¿Quién explica eso en el Kremlin?
Para analistas como Carl Schuster, la humillación es tal que Putin destinará más recursos a seguridad interna. Porque cuando te entran hasta la cocina, no queda otra que reforzar las cerraduras… y cambiar al portero.