A días del inicio del nuevo torneo, hay preocupación por posibles enfrentamientos internos en varias hinchadas. Los detalles
Cada vez que arranca una nueva temporada del fútbol argentino, los partidos no se juegan sólo en el césped sino también en las tribunas. Y este 2025, quizá como pocas veces en los últimos tiempos, hay un combo explosivo de peleas por las sucesiones en las barras que tendrán además el adicional de los violentos del tablón jugando en las elecciones nacionales lo que siempre en los años impares les da un poco más de la impunidad permanente que parecen haber conquistado por años en la Argentina.
El foco estará puesto sobre todo en los equipos grandes y en algunos del Interior donde el negocio es fuerte y el flujo de dinero también. Y más teniendo en cuenta que venimos de un 2024 que dejó cinco víctimas fatales: Jorge Durán, hincha de Chacarita asesinado dentro del estadio en una interna de la barra el 3 de febrero, Ricardo Balle, asesinado un día después en las inmediaciones del estadio de Gimnasia de Mendoza también por problemas internos de la barra, Aleida Camacho, una mujer de 36 años que quedó en medio de un enfrentamiento a balazos entre los barras de Almagro y Estudiantes de Buenos Aires el 21 de julio pasado y los dos crímenes de los líderes de la barra brava de Rosario Central, Andrés Pillín Bracamonte y Daniel Rana Atardo producido el 9 de noviembre a la salida del partido entre el Canalla y San Lorenzo.
Con este lastre las primeras miradas se enfocan a lo que pueda ocurrir en algunos clubes cuyas barras atraviesan turbulencias. Aquí, un repaso de cada institución que juega la Liga y las internas y los alertas que deberían poner en marcha a la seguridad deportiva.
Los incidentes en las elecciones de Racing
Racing Club: el cambio de autoridades en el club se tomó para la facción disidente como la oportunidad para el cambio de mando también en la popular. El grupo oficial lleva el nombre de Los Pibes de Racing y lo maneja un barra de Villa Corina llamado Leandro Paredes con múltiples conexiones con el mundo sindical, que arrancan en el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos, donde cobra un sueldo oficial, y sigue por Panaderos, Camioneros, Petroleros y demás. Pero ya sabe que un grupo grande que se escindió de su bando y maneja Matías Alfonzo, alias Cara de Paty, que tiene banca en el aparato municipal conjuntamente con integrantes de La Vieja Guardia Imperial, van por su cabeza. Hubo varios amagos el año pasado pero el primer capítulo de guerra callejero se dio el día de las elecciones. Apenas se supo que Diego Milito era el nuevo presidente, un grupo de la facción disidente se arrimó al estadio y hubo una batalla a tres cuadras del Cilindro. Fue sólo el aviso: suponen que la guerra total se dará con el comienzo de la Copa de la Liga.
Independiente: el grupo de Barracas llamado Los Dueños de Avellaneda y que tiene el mando de la popular hace ya seis años a cargo de Juan Ignacio Leczniki y Mario Nadalich parece firme en la tribuna Norte del Libertadores de América y sorteó en este tiempo varias rebeliones. Pero para este 2025 se anticipa un frente de tormenta ya que el bando disidente autotitulado Los Pibes del Rojo con base en Florencio Varela decidió a fin de año juntarse con otros grupos marginados, como el barrio 4 de Junio de Avellaneda que siempre se referenció en el ex líder César Loquillo Rodríguez y sumó también gente de la época de Pablo Bebote Alvarez para ir por todo. Y si bien los hermanos Escubilla que son los referentes de la facción tienen derecho de admisión como otros diez miembros clave del grupo, dicen haber congregado un ejército de 200 “piernas” como se los llama en la jerga para ganar la tribuna.
El grupo Los Dueños de Avellaneda, la facción oficial de la barra, emboscó a un referente del grupo opositor durante el partido entre Independiente y River
River Plate: 2025 es el año que Los Borrachos del Tablón marcaron como el del regreso al Monumental. Si bien vienen entrando unos 150 sin identificaciones, dieron pasos gigantescos para demostrar que apenas arranque el torneo ellos dirán presente. Un aviso fue la bandera que apareció en la popular Sívori en el último partido de local el 8 de diciembre pasado contra Rosario Central. Y ahora dicen que vuelven con todo el cotillón y con los líderes en el tablón. El año pasado uno de los hermanos Ferraras estuvo a punto de ingresar en la Copa Libertadores porque “por error” lo habían sacado de la lista negra, lo que se corrigió cuando la noticia amenazaba con desatar un escándalo. Hoy Los Borrachos tienen el liderazgo compartido entre la familia Ferraras, que manejan el norte del Conurbano, con Mauro como cabeza, y Ariel El Pato Calvici, que se apalanca en barras del Sur y en sus contactos con los sindicatos y políticos. En el medio está el grupo del Oeste, que tiene por rostro a Axel Flores. Todos unidos en una paz precaria con el objetivo del regreso a la cancha.
Boca: en La Doce las aguas navegan tranquilas aunque cada tanto la bomba latente parece que va a estallar y después todos reflexionan que mejor es gestionar las diferencias adentro que embarcarse en una guerra por ese botín gigantesco que al final puede provocar que todos pierdan. El poder desde 2016 está asentado en la dupla Mauro Martín-Rafael Di Zeo, aunque éste último volvió a quedarse fuera de los estadios por una medida aplicada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich tras quedar involucrado en una causa judicial en Córdoba por presunta tenencia compartida de arma de fuego. Rafa está haciendo todo lo posible por anular ese proceso y poder recuperar su lugar en el paravalanchas pero hasta ahora infructuosamente. También se unió a esa dupla Marcelo El Manco Aravena con su facción de Lomas de Zamora. Ambos perdieron lugartenientes clave tras los derechos de admisión que se gestaron por los graves incidentes en el partido contra Gimnasia por la Copa Argentina, pero no parecen correr riesgos. Tienen demasiado anudada las relaciones con la dirigencia y otros factores de poder que hace que la facción disidente que va a la tribuna que da al Riachuelo no sueñe con un regreso cercano.
Rosario Central y Newells: acá está el mayor desafío para la Seguridad este año. Porque ambas barras quedaron descabezadas y generan un flujo de billetes gigantesco por lo que alguien va a ir por ese botín. En el caso de Central, los crímenes de Andrés Pillín Bracamonte y Daniel El Rana Attardo pusieron a todo Arroyito en guardia. Se suponía que Daniel Pitito Martínez, el tres de la barra, asumiría ese lugar, pero ahora está preso y acusado de encubrimiento de ambos asesinatos y hasta de posible entregador, lo que lo deja fuera de carrera. También estaba en la lista el Turco Sarat Navas pero antes del último partido del Canalla le balearon la casa para avisarle que no era el elegido. ¿Quiénes apuntaron en su contra? En la barra aseguran que fue el viejo grupo de Los Chaperos, echados por Bracamonte una década atrás cuando se alió con Los Monos y que ahora vendrían por la revancha. Habrá que ver si tienen fuerza pero que intentarán llegar, es indudable. Enfrente tendrán al bando que se referencia en Los Monos, cuyo líder, Samuel El Gordo Samu Medina, fue asesinado en octubre, y un grupo del barrio del ex segundo de Pillín, Julio Cara de Goma Navarro, también asesinado, y cuya hija llamada Leila quedó imputada en la causa en que se investiga la muerte de Bracamonte.
En el caso de Newell’s, el panorama es impredecible. Porque la Justicia detuvo en el último tiempo a los diez miembros clave del paravalancha leproso, entre ellos Lucho Gallardo, que era el que ponía la cara en la tribuna y ante la dirigencia. Los dos grupos que peleaban por el poder, el de Leandro Pollo Vinardi y Alejandro Rengo Ficadentti, también están rindiendo cuentas en los estrados judiciales. Y Guille Cantero, el jefe del clan Los Monos y que domina desde 2016 la barra del club del Parque Independencia, está buscando nuevos gerentes de la violencia. Y esa situación hará que muchos para rendirle pleitesía cometan hechos violentos, más teniendo en cuenta que como se ventiló en el juicio que se está llevando adelante, son más de 30 millones de pesos por partido los que levanta la barra brava.
Belgrano, Instituto y Talleres: las tres barras cordobesas pasan por un período de lucha intestina que tuvo en 2024 enfrentamientos a balazos que no terminaron con muertos de casualidad y no piensan parar en este nuevo año. En Belgrano la pelea está dada entre la facción oficial que lideran Lucas Pavón y el gitano Pedro Minuet contra el grupo del histórico Roberto Tito Ponce. Pavón tiene el favor de la comisión directiva y asienta su poder en sus relaciones sindicales, sobre todo con los gremios de limpieza y camioneros. Ponce tiene la agenda completa de números importantes. En octubre se enfrentaron a tiros en las adyacencias del estadio y por ahora, Pavón luce firme, aunque Ponce prometió volver.
En Instituto la lucha entre Los Ranchos, dueños de la popular, a cargo de los hermanos Ontiveros y con asiento en la Villa Naylon y sus rivales Los Capangas, que responden al ex arquero Gustavo Tenaza Moyano, es sangrienta. Hubo asesinatos tanto en la Villa como en Alta Cordoba y aunque todos terminaron presos, la pelea sigue en pie. Mientras que en Talleres hay una situación particular pero que se dirime por ahora fuera del estadio. Darío Cáceres, el histórico líder, fue condenado a prisión en noviembre como jefe de una banda narco. Y hay dos grupos que pujan por el poder: el del Paisa Fernando Larraona contra el de Barrio Yapeyú de los hermanos Fuentes. Hubo balaceras en actos sindicales y en clubes de barrio pero por ahora esa guerra no se trasladó al Kempes, aunque habrá que ponerle mucho cuidado.
Huracán y San Lorenzo: del clásico barrial por antonomasia de la Ciudad de Buenos Aires, la más complicada es la barra del Globo. Ahí hay tres grupos: el dominante José C. Paz, por el nombre de la plaza de Parque Patricios donde se reúnen, al mando de la familia De Respinis, la facción El Pueblito, habitualmente ligada a la José C. Paz, y la de Villa Zabaleta, que tiene juego propio y que perdió en la guerra interna diez años atrás y tuvo que aceptar el mando de la oficial. Pero el año pasado este grupo de la Zabaleta a cargo del Gordo Pablo, viejo barra de la zona, quiso que el reparto de beneficios sea más justo y ante la negativa hubo un encontronazo a balazos en agosto en el partido por Copa Argentina contra Argentinos Juniors. La José C. Paz reafirmó su liderazgo y hasta tomó el control del club Piraña pero el Gordo Pablo juntó gente de Lugano, Soldati, Ingeniero Budge y Cuartel V de Moreno para desbancarlo. Por ahora la correlación de fuerzas no le da, pero nunca se sabe. En cambio, enfrente, la Butteler parece tener todo claro: su jefe sigue siendo Francisco Rescia y por ahora en la puja política que hay en el club juegan al mejor postor. Si eso puede traer problemas cercanos, se verá.
Godoy Cruz e Independiente Rivadavia: los equipos mendocinos atraviesan diferentes realidades. El Tomba tiene una barra en plena ebullición por la pelea en la propia familia Aguilera, que la maneja hace 20 años. De un lado Diego, alias El Asesino, del otro Daniel, el Rengo. Ambos presos pero que siguen manejando todo desde la cárcel. Esa pelea llevó a varios conflictos dentro del estadio que terminó con la suspensión del encuentro entre Godoy Cruz contra San Lorenzo, por ejemplo. Es una bomba que estalla en cada encuentro. En cambio Independiente Rivadavia parece haber solucionado a mediados del año pasado la interna entre los grupos Villa Hipódromo y Villa del Parque, con mayor cuota de poder para estos últimos. Habrá que ver si ese pacto frágil no se rompe.
Atlético Tucumán y Central Córdoba: en el Norte también se cuecen barras. En Tucumán La Inimitable, tal el nombre del grupo que se posa en el centro de la popular, pasa por un período inestable entre las familias Acevedo y González, que siempre gobernaron la tribuna y hasta tienen parientes cruzados porque hay integrantes de ambas familias casados entre sí. Pero eso no implica que no haya problemas de plata que estallaron en noviembre pasado y terminaron en una batalla en las afueras del estadio. En el caso del flamante campeón de la Copa Argentina, la interna es feroz entre el bando del histórico Miguel Angel Ovejero, alias Pepo, y el del barrio San Martín, lo que quedó patente en las semis de Copa Argentina donde tras el triunfo contra Huracán se agarraron a tiros quedando una menor de 14 años herida de bala. Pepo ganó esa batalla por el apoyo del oficialismo político local pero los de San Martín se la tienen jurada.
Respuesta de barra de Gimnasia
Estudiantes y Gimnasia: otra ciudad dominada por barras que tienen mucho poder municipal y sindical y dos realidades diferentes. En el Pincha manda La banda del León en manos de Adrián Socío y sobre todo Iván el General Tobar, que maneja parte de la Uocra local y su hermano Miguel que pisa fuerte en el sindicato de Patovicas. Acá no hay rivales, porque la comisión directiva juega para este grupo a punto tal que la seguridad en los shows del Estadio Uno y en el predio Pincha denominado Country de City Belll la hace una empresa de los Tobar. Insólito. Del otro lado reina Christian el Volador Camillieri quien ya lleva 20 años al frente de la tribuna pero como está enfrentado a los sindicatos de los Tobar, éstos lo quieren desplazar y apoyan la llegada de Marcelo Amuchástegui, hijo del Loco Fierro, el mítico jefe barra del Lobo, y eso generó incidentes en el estadio del Bosque y la probabilidad de una guerra cercana.
Unión y Sarmiento: la barra de La Bomba, tal el nombre de los violentos de Unión, está en una interna feroz. La manejan hace más de una década los hermanos Galeano, del barrio Sargento Cabral, pero el año pasado sus rivales del barrio Roma, del ex líder Daniel Cantero, se propusieron regresar. Por eso se aliaron a los del barrio Alto Verde que maneja Jorge Peto Altamirano y armaron frente común que terminó con tres hechos a puro balazo, el último de ellos en octubre pasado. Y todos aseguran que lo que se viene será peor. En Sarmiento la interna está entre el bando oficial de los hermanos Farías que lideran La banda del Oeste y un grupo dado en llamar La barra del Fonavi, por los edificios construidos con fondos públicos, que está queriendo tomar mayor protagonismo.
Un barra de Aldosivi abrió fuego contra la fracción disidente
Aldosivi y Lanús: por último, las otras dos barras a mirar con cuidado son la del equipo de Mar del Plata y la del Sur del Conurbano bonaerense. La primera tiene una pelea feroz entre el grupo del Puerto que lidera Luis El Indio Coman contra los de Villa Italia de los hermanos Sosa. El año pasado hubo dos enfrentamientos a balazos que dejaron varios heridos y la victoria total para La Pesada del Puerto. Pero el mes pasado Coman y su hijo quedaron presos por una serie de robos en La Feliz y en Miramar y eso abre otro panorama para que sus rivales intenten de nuevo destronarlo. En Lanús la guerra se cobró una muerte y siete heridos de bala entre los históricos de Villa Sapito cuyo jefe es Diego Fanfi Goncebate y los rivales de El Ceibo. Desde que ocurrió ese hecho, Sapito lidera en soledad pero la Justicia pidió la captura de Fanfi por aquella batalla que dejó un muerto y ahora el líder está prófugo, y si bien su bando permanece unido nadie asegura que no podría abrirse un camino hacia una sucesión impredecible.
El resto de los clubes que participan en la Liga Profesional tienen tribunas mafiosas, sí, pero estables, bancadas por el club y el resto de los factores de poder. Así en Argentinos Juniors manda el Cabezón Emerson, en Banfield la familia Tuniñali, en Vélez Raúl Ciminelli, en Defensa y Justicia Claudio W. apodado Chaio, en Tigre Marcelo Paulitti junto al ex boxeador Pigu Garay, en Platense siguen pisando fuerte aún desde afuera la familia Torres y el Viejo Tom y el barrio Mitre, mientras que en San Martín de San Juan está al mando la facción Pueblo Viejo y en Barracas Central todo depende de Sergio El Boti Avalos, aunque su poder es delegado.