La última gala de Gran Hermano (Telefe) estuvo cargada de emoción, estrategias y un estallido de tensión. La jornada comenzó con la prueba del líder, que definió al único participante inmune de la semana. Luca se impuso a Ezequiel en la final del desafío, donde los jugadores debían lanzar bolsitas de arena para sumar puntos. Con varias unidades frente a los que tenía su rival, el exfutbolista logró asegurarse el liderazgo y dejar al resto de sus compañeros en placa positiva.
El cambio de reglas sorprendió a todos: esta vez, la placa no se decidió en el confesionario, sino que fue determinada por la producción, dejando a los 20 restantes expuestos al voto del público. Los más votados abandonarán la placa el jueves, mientras que los diez con menor apoyo continuarán en peligro hasta la gala de eliminación del domingo.
En ese sentido, la placa de nominación quedó conformada por Andrea, Brian, Candela, Carlos, Chiara, Claudio, Ezequiel, Giuliano, Juan Pablo, Keila, Lourdes, Luciana, Luz, Martina, Petrona, Sandra, Santiago, Sebastián, Sofía y Ulises. A través de sus actitudes dentro de la casa, los jugadores deberán hacer lo posible para quedar afuera de la nominación gracias a la audiencia. Mientras que los diez menos votados seguirán en peligro de eliminación hasta la gala del domingo.
Sin embargo, el momento más dramático de la noche tuvo como protagonista a Sandra, quien terminó visiblemente afectada tras un conflicto desatado por el kiosco, uno de los beneficios del programa que permite a los participantes adquirir premios especiales. La pescadora de La Plata, conocida por ser una de las fumadoras más asiduas de esta temporada, fue contundente en su reacción al no conseguir cigarrillos en la decisión grupal.
El dilema surgió cuando los jugadores debían elegir entre asado, vino y cigarrillos, o apostar por el “sobre misterioso”. El grupo optó por lo desconocido y el premio resultó ser un mazo de cartas, lo que generó desilusión y enojo, especialmente en la mujer. “Gran Hermano, vengo porque me quiero ir. No voy a pasar el 24 acá sin un cigarrillo”, declaró, visiblemente afectada, mientras golpeaba la puerta del confesionario.
Ya dentro del confesionario, la pescadora se quebró en llanto y explicó su frustración: “Me quiero ir. Se viene el 24 y hace tres días que no fumo y estoy tratando de manejarlo. Más allá de que está bien, no tienen por qué elegir el asado, el vino y los tres atados de cigarrillos, no tuvieron tampoco consideración. Y no lo voy a poder sostener, como dijo Santiago del Moro, hasta la otra semana”.
A lo largo de su desahogo, la participante dejó en claro su angustia por el ambiente dentro de la casa y su lucha personal por adaptarse al juego: “No voy a seguir angustiándome. La estoy pasando mal ya desde la otra vez. No quiero seguir pasándola así, lamentablemente. Más teniendo el 24 mañana y ni siquiera sin poder fumar un cigarrillo. Y entiendo que yo lo sabía y que esto es un juego”.
También expresó: “Me siento entre la espada y la pared. Me dijeron que no, que espere hasta el lunes y con toda la expectativa para que hoy pase esto y ni siquiera nos tengan en cuenta a los que fumamos. No la quiero seguir pasando así, fumando cada vez menos, tratando de hacer cualquier cosa para no pensar y que se me pase el tiempo”, concluyó con la voz entrecortada.
Aunque aún no confirmó su decisión de abandonar la casa, el episodio dejó en evidencia las tensiones que atraviesan los jugadores, agravadas por las festividades y las diferencias internas. Mientras tanto, el público tiene la última palabra sobre quién permanecerá en la competencia, en una semana decisiva para todos los nominados.