Cinco de los nueve reactores nucleares operativos en Ucrania han tenido que reducir este viernes su potencia debido a los nuevos ataques rusos contra las infraestructuras energéticas ucranianas
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el director general del OIEA, el argentino Rafael Grossi, se mostraron inquietos por la situación de la central nuclear de Zaporizhia, actualmente ocupada por los rusos, tras los recientes ataques de Moscú contra las infraestructuras energéticas ucranianas.
“Ambos han condenado enérgicamente los cada vez mayores ataques rusos que han degradado significativamente las condiciones operativas de la infraestructura nuclear” de Ucrania, señaló la presidencia francesa al término de la entrevista en el palacio del Elíseo entre Macron y Grossi, director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
Cinco de los nueve reactores nucleares operativos en Ucrania han tenido que reducir este viernes su potencia debido a los nuevos ataques rusos contra las infraestructuras energéticas ucranianas.
El jefe de Estado francés y el responsable de la OIEA han coincidido también en expresar su «preocupación» sobre las condiciones de seguridad de Zaporizhia, «ilegalmente ocupada por Rusia».
Ayer, la Junta de Gobernadores del OIEA alertó de que los ataques rusos contra la red eléctrica de Ucrania suponen una amenaza a la seguridad nuclear del país, ya que ponen en peligro el normal funcionamiento de sus centrales nucleares.
Ese es el mensaje de una resolución aprobada con 22 votos a favor, diez abstenciones y la oposición de Rusia y China. Venezuela, miembro actualmente de la Junta, no puede votar por no estar al día en sus cuotas con el OIEA.
La resolución presentada por Ucrania no menciona expresamente a Rusia y señala que las infraestructuras eléctricas atacadas son esenciales para el suministro de energía a las plantas atómicas, necesario para mantener sistemas críticos como la refrigeración del combustible nuclear.
Por eso -señala el texto adoptado hoy por la Junta del OIEA- estos ataques suponen “una amenaza directa a la seguridad y protección nuclear”.
La resolución no menciona a Rusia como autor de los ataques ni condena los ataques, sino que se limita a “observar con preocupación” que el director general del OIEA, Rafael Grossi, advirtiera recientemente de que los ataques a la red energética ucraniana “ponen aún más en peligro la seguridad nuclear”.
Grossi denunció hace dos semanas que “la infraestructura energética de Ucrania es extremadamente frágil y vulnerable, lo que pone en grave peligro la seguridad nuclear” en Ucrania, y pidió “la máxima moderación militar” en la zonas donde se ubican las plantas atómicas.
La semana pasada volvió a insistir en este asunto en otro comunicado y también denunció el ataque sufrido el pasado martes por un vehículo del OIEA, que forma parte del despliegue de inspectores que tiene el organismo en la central de Zaporizhia, ocupada por Rusia desde marzo de 2022.
En su intervención ante la Junta, Grossi aseguró “no señalar a nadie” sobre ese ataque a los inspectores, en el que nadie resultó herido, y del que Ucrania y Rusia se acusan mutuamente.
El diplomático argentino sí afirmó que hubo “una clara intención” de dañar e intimidar al equipo de inspectores y afirmó que el OIEA no pondrá fin voluntariamente a su presencia allí, que depende del permiso de Rusia.
La resolución pide también a todos los Estados miembros del OIEA que apoyen a este organismo en sus tareas de asistencia y vigilancia de la situación en las infraestructuras nucleares ucranianas.
Ucrania tiene actualmente tres plantas operativas, que suman ocho reactores activos, y su funcionamiento se ve regularmente afectado por los ataques rusos a la red eléctrica, que provoca cortes en las líneas por las que reciben y transmiten energía.
Zaporizhia, la mayor central atómica de Europa, está bajo control ruso desde el principio de la invasión en febrero de 2022.
Aunque sus reactores están en parada técnica, los ataques rusos interrumpieron muchas veces el suministro eléctrico a sistemas esenciales de la planta, que tuvo que recurrir a generadores de diésel para mantener la refrigeración de los reactores.
(Con información de EFE)