La noche del jueves, el Cantando 2024 (América) fue un torbellino de emociones y controversias. Entre las luces del escenario y las notas discordantes, se vivió un enfrentamiento inesperado entre dos con estilos muy marcados y diferentes entre sí, lo que dejó un momento inolvidable: Milett Figueroa y Gladys “La Bomba Tucumana”.
Todo comenzó cuando la intérprete de música tropical, parte del VAR junto con el Chaqueño Palavecino y Sandra Mihanovich, dio una devolución peculiar a Matías Alé y a su compañera Martu Scigliano. La cantante había reclamado en múltiples ocasiones no ser considerada para participar en el show, pero esa noche, finalmente tuvo su oportunidad de brillar desde otra perspectiva. Su crítica, sin embargo, fue una mezcla extraña de afecto y corrección. “Quiero decirles que me tomé un tecito de buenez extrema esta noche. Así que a todos los veo con cariño”, comenzó diciendo con tono ligero.
Pero pronto su comentario tomó un giro inesperado: “Me juega más la emoción, el cariño que les tengo, en este caso a Matu, sabés que no cantás, sos muy comprometido, sos una persona que se mete, que le pone amor a lo que hace, yo sé porque te conozco, pero deberías ponerte más las pilas en la parte vocal”, sentenció, dirigiéndose a Alé.
Las palabras de Gladys se movieron en una cuerda floja entre el afecto y la crudeza. “Ella canta bien”, refiriéndose a Scigliano, “igual es muy difícil cantar al lado de alguien que canta tan mal”. Y aunque sus palabras parecían destinadas a criticar, decidió subir la nota en un inesperado giro: “Te quiero mucho, para mí llenás la pista con otra cosa, y acá también se juzga eso. Así como se juzga el vestuario, la parte vocal y, para mí, el corazón, así que yo te voy a subir 3 puntos, Matu”.
Este comentario desconcertó a más de uno, y fue Marcelo Polino quien no dudó en manifestar su incomodidad: “Bomba, es un papelón lo que hacés. Parecés una tía cholula que vino a ver al sobrino”. El público, expectante, no podía apartar la vista de la escena. La tensión aumentaba, y el intercambio entre Polino y Gladys se tornaba cada vez más agrio. La Bomba Tucumana, lejos de achicarse, respondió con su habitual ímpetu: “A mí se me da la gana poner un +3 porque me llega otra cosa de él″.
En ese momento, Milett Figueroa, quien había permanecido en silencio hasta entonces, intervino con firmeza. Tras un reciente enfrentamiento con Mimí Alvarado, pareja de Luciano El Tirri, primo de Marcelo Tinelli, Milett ya venía cargada de tensión. “Respeto mucho a los compañeros del jurado, pero no se puede estar puntuando por cariño. Nosotros queremos a todos los participantes, pero acá se puntúa lo que se ve, porque sino es cualquier cosa”, señaló, mientras sus palabras resonaban con una mezcla de determinación y diplomacia.
Lejos de amedrentarse, Gladys contraatacó. “Cualquier cosa es que vos juzgues la parte vocal de él y me digas que…”, comenzó, pero Milett no tardó en responder: “Dije que respeto la mirada de cada uno, pero acá se puntúa no por cariño, sino por lo que vemos acá”.
El intercambio entre las dos mujeres crecía en intensidad. Gladys, fiel a su estilo combativo, no cedía terreno: “Lo que yo vi es un +3, ¿cuál es el problema?”. Sin embargo, Milett mantenía su postura con serenidad y convicción: “No se puede puntuar por cariño, puntuemos por lo que vemos”, insistió. La sala, atónita, seguía cada palabra como si fuera un duelo en una arena pública.
Polino, astuto como siempre, no dejó pasar la oportunidad de interceder. “Perdón, Bomba. Lo primero que hiciste fue juzgar el rol de Milett. ‘Vos estás juzgando lo vocal, tenés que callarte la boca’, le dijiste. ¿Qué pasa con eso? Te sumás al péguele a Milett”, lanzó, poniendo en evidencia el tono condescendiente de La Bomba hacia su compañera.
En respuesta, Gladys soltó una carcajada nerviosa y trató de suavizar el momento: “Todo bien con Milett, no voy a pelear con nadie”. Pero el aire en el estudio estaba cargado de tensiones. Milett, sin perder la calma, continuó: “Hay que juzgar lo que vemos acá”, una declaración que, aunque sencilla, caló hondo en la audiencia, como una muestra de su seriedad y profesionalismo.
El enfrentamiento culminó con un intento de explicación de Gladys, quien, a pesar de sus contradicciones, intentó justificar su puntaje: “Respeto tu nota y espero que respetes la mía. Hoy no juzgo la parte vocal, jugó la emotividad y el corazón”. Pero para Milett, la objetividad debía primar: “No le voy a poner un 10 a alguien porque lo quiero mucho, lo tengo que juzgar por lo que veo acá”.
El estudio quedó en silencio. Florencia Peña, siempre atenta a los ánimos del público y de sus colegas, intentó enfriar el ambiente con algunas palabras conciliadoras. Pero el mensaje había quedado claro: en Cantando 2024, no bastaba con el afecto o el carisma. La competencia exigía rigor y, sobre todo, honestidad.