Durante el fin de semana, Mariano Wanderkauven quedó detenido, acusado de haber asfixiado hasta la muerte a su pareja Marcela Vedda en un hotel alojamiento. En las últimas horas, se quitó la vida. Detrás del brutal femicidio se esconde una trama que involucra una relación violenta, agresiones, denuncias, perimetrales y hasta una causa elevada a juicio.
Wanderkauven y Vedda se conocieron en Mar del Plata, allá por 2019. Él, de Santa Fe, había terminado una relación con una mujer que luego lo denunció públicamente como una persona violenta. Ella, madre de dos jóvenes de 24 y 20 años, ya trabajaba para una aplicación de delivery.
Allegados a la víctima contaron a TN que la relación fue violenta desde un principio. “Era un manual de un círculo de violencia. La agredía, le pedía perdón, se volvían a enamorar y el círculo volvía a empezar”, dijo una fuente con acceso a la causa.
En octubre de 2020, a más de un año de haberse conocido, decidieron comprometerse. “Hoy felizmente unimos nuestros corazones en compromiso y juramos amarnos con respeto”, escribió él en su cuenta de Facebook junto a una foto de sus dos manos con los anillos de compromiso.
Con el paso del tiempo, la violencia y la toxicidad se hicieron moneda corriente en la pareja, pero fue el año 2023 el que marcó un antes y un después en la relación. Dos brutales ataques terminaron en denuncias.
El primero fue en abril del año pasado, cuando Vedda denunció que su pareja la agarró del cuello y le dio una brutal golpiza. La policía intervino en el ataque por el llamado anónimo de una vecina y la causa tuvo rumbo judicial.
El Juzgado de Familia N°2, a cargo de María Silvina Lazcano, intervino en la causa y ordenó una medida de restricción de acercamiento. El periodo duraba poco menos de un año: desde el 24 de abril de 2023 hasta el 2 de febrero de 2024. También Wanderkauven quedó imputado por el delito de lesiones leves agravadas por el vínculo y por mediar violencia de género.
Pero las agresiones no terminaron ahí. El 9 de agosto, cuando todavía estaba vigente la perimetral, la relación tóxica volvió a aflorar y se encontraron en la habitación que alquilaba el agresor para pasar el día. Por la noche volvieron los ataques y la policía llegó a evitar un posible femicidio.
La fiscal Trill, la misma que había intervenido en la primera denuncia, imputó nuevamente a Wanderkauven. Esta vez fue por “lesiones leves agravadas por el vínculo y por tratarse de un hecho perpetrado por un hombre contra una mujer mediando violencia de género y daño”. Según pudo saber TN, la perimetral iba a regir durante todo el proceso judicial.
En junio de este año se solicitó la elevación a juicio de ambas causas, que se iban a resolver en el Juzgado Correccional N°3, a cargo del juez Jorge Luis Rodríguez. “El juicio era por los dos hechos, había también una causa por una desobediencia de la perimetral”, contaron fuentes judiciales a este medio.
Con dos procesos judiciales y una perimetral encima, Wanderkauven y Vedda se subieron a la moto de ella y viajaron a Tandil para pasar el fin de semana. Durante la madrugada del 11, una discusión en la habitación del hotel alojamiento en el que estaban alertó hasta a la encargada.
“Él se retira caminando, van a la habitación y la encuentran a ella fallecida en la cochera, al lado de la moto”, detalló una fuente con acceso a la causa. La autopsia indicó que fue una asfixia mecánica por ahorcamiento.
Wanderkauven está imputado por “homicidio agravado por el vínculo en contexto de violencia de género”. El fiscal Guillermo Vaticano había solicitado este lunes la detención formal al juez de garantías José Moragas.
Sin embargo, el acusado se quitó la vida este martes en la unidad penitenciaria bonaerense en la que estaba preso. Antes se había negado a declarar.
TN se comunicó con los hijos de la víctima, quienes decidieron no dar detalles sobre la violenta relación en la que estaba inmersa su madre. Asimismo, pidieron que se haga justicia y lamentaron la lentitud judicial que pudo haber evitado el femicidio.
“La Justicia debe concientizar el hecho de no esperar a una muerte para poder condenar a el o la agresora. Deben actuar al instante en el que tanto una mujer como un hombre hace la primera denuncia de agresión física o verbal con las pruebas del hecho”, reclamaron.