Hay una mesa del medio. Virtual, amplia, heterogénea. Tiene más de cuatro de patas y varios cafés encima. Alrededor giran un sinfín de conversaciones. Todas están latentes. Muchas viajan por teléfono. De Buenos Aires a Córdoba, de Entre Ríos a Santa Fe. Del Congreso a algunos bares del centro porteño. La mesa tiene gente todos los días. Y sus integrantes intentan agregar sillas de a poco. Hay lugar para todos.
Allí están sentados muchos de los dirigentes políticos que hoy no tienen referencia partidaria a nivel nacional. Que quedaron parados afuera de la alianza táctica de una parte de lo que supo ser Juntos por el Cambio con La Libertad Avanza, y que no se abrazan al kirchnerismo pero que, a esta altura del partido, tampoco se niegan a votar en conjunto.
En esa mesa están sentados el gobernador de Córdoba, Martín Llaryora; el ex mandatario cordobés Juan Schiaretti; los diputados nacionales Miguel Pichetto, Florencio Randazzo, Nicolás Massot y Emilio Monzó; el senador nacional y presidente de la UCR Nacional, Martín Lousteau; el senador radical Maximiliano Abad; el ex titular de la ANSES Diego Bossio, la titular del GEN, Margarita Stolbizer y el ex jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Horacio Rodríguez Larreta. Todos hablan con todos.
También hay contactos con dirigentes que están en la pata blanda del PRO y con otros que militan en el socialismo santafesino. Hay líneas tiradas para acercar posiciones con el radical Facundo Manes e intentos de generar una vía de comunicación fluida con la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió. También hay sintonía fina con los gobernadores Rogelio Frigerio (Entre Ríos) y Maximiliano Pullaro (Santa Fe), aunque ambos se muevan, en modo institucional, junto al bloque de mandatarios de la UCR y el PRO.
El acercamiento con los dos gobernadores es un objetivo más vinculado a las elecciones del 2027 que a las del año que viene. Tal es así que varios dirigentes imaginan a Frigerio realizando una alianza con La Libertad Avanza en su provincia frente a una elección que aparece como difícil. Distinta es la situación de Pullaro, que tiene una oposición atomizada y más débil.
Hay una idea y dos posturas diferentes. La intención es armar una nueva coalición de centro. Similar a lo que fue Juntos por el Cambio en el 2015. Es decir, una convergencia de múltiples sectores que puedan tener volumen político y un anclaje importante en el centro del país. Abrir el camino del medio entre los libertarios y los kirchneristas, y juntar voluntades con tiempo y con paciencia.
Pero para llevar adelante ese plan hay dos miradas. Hay quienes, como piensa Llaryora, consideran que el espacio debe empezar a edificarse en la antesala de las elecciones del 2025. Aunque son distritales, el cordobés empuja la idea de inscribir el sello del espacio Hacemos por la Argentina en trece provincias para tener la posibilidad de presentar listas. En eso trabaja más detalladamente Schiaretti. Levantar la mano. Avisar que están parados en la cancha.
Una idea distinta sostiene Rodríguez Larreta, quien considera que lo mejor es que el próximo año cada uno juegue electoralmente concentrado en sus provincias y que la construcción política comience el día después de las elecciones de medio término. Entiende que hacerlo con tanto tiempo de anticipación solo generará desgaste sobre el armado político y los dirigentes que lo integran, en un momento donde Javier Milei sigue teniendo un importante respaldo y la gente está preocupada por la situación económica y laboral. El ex jefe de Gobierno ya sabe lo que implica el desgaste del tiempo. Lo vivió en carne propia.
En esa nube de coincidencias donde conviven los dirigentes hay también dos miradas sobre cómo formar el espacio que se está discutiendo. Una tiene que ver con hacer más hincapié en el contenido del discurso que en los nombres propios. Mostrarse como una opción con pasado o presente de gestión, mensaje moderado y defensora de un Estado presente pero mejor administrado que en la última etapa del peronismo.
La segunda mirada es la más importante y trascendente. Hay varios dirigentes – de primer y segundo orden -que no quieren volver a cometer el mismo error que en los últimos años, de generar un armado político que los represente pero que no termine siendo competitivo. Para eso, y con una clara mirada de largo plazo, hay quienes creen que no hay que construir basándose exclusivamente en el anti kirchnerismo. Sino intentar diferenciarse pero dejar abierta la puerta.
“Al kirchnerismo no hay que tenerlo afuera. Hay que dominarlo. Esa es la diferencia. Se terminó la etapa de conducción de ellos. Pero esa discusión de poder no es sencilla”, analizó uno de los dirigentes que más relaciones están tejiendo para acercar posturas entre todos los nombres propios que están sueltos. Esa mirada tan anti K es una de las posturas que le reprochan a la dupla cordobesa, que basa gran parte de su discurso en diferenciarse en la fuerza que conduce Cristina Kirchner.
Está claro que para Llaryora y Schiaretti es una necesidad diferenciarse de los K debido a que su electorado es resistente a ese espacio político. Pero, por primera vez en los últimos años, hay dirigentes del centro que empiezan a pensar en la posibilidad buscar puntos de acuerdo con el kirchnerismo en algún momento del viaje al 2027.
Es una necesidad electoral y una postura política. Las posibilidades de ganar en una elección son mucho más altas si la mayor parte del peronismo -agrupado en Unión por la Patria (UP) está adentro. Matemática en la provincia de Buenos Aires, el distrito electoral más importante del país y donde el kirchnerismo sigue teniendo mucho peso.
Pero además la vía del medio se está diseñando con una postura bien crítica sobre el gobierno de Javier Milei. “Somo opositores a este Gobierno”, repiten todos los que están adentro. La gran mayoría piensa que el plan económico oficialista no tiene destino y que cuando los resultados no aparezcan, la sociedad le empezará a facturar al Presidente el daño de la economía doméstica.
Es difícil pensar en tantas figuras juntas aliadas al kirchnerismo. Sobre todo porque construyeron un discurso opositor a las formas y las ideas de la fuerza que hoy ocupa el lugar central de la oposición. Quizás es mucho más viable pensar, como lo hacen varios dentro de la nube del medio, en una alianza con el peronismo del interior que termine limitando al kirchnerismo a una fuerza concentrada en la provincia de Buenos Aires. Eso implicaría una quiebre de UP. Por ahora solo hay fisuras que suelen sellarse en los meses previos a la elección. Estrategias futuras que van y vienen en las charlas de café.
El bloque de diputados de Hacemos Coalición Federal ya mostró su elasticidad y pragmatismo para acompañar al gobierno nacional o votar con el peronismo. En ese espacio legislativo, que conduce Pichetto, nadie se olvida del maltrato y la persecución a la que fueron sometidos durante la negociación por la ley Bases. “Ahora el Gobierno se va a chocar con una pared. Vamos a apoyar las leyes claves, como el presupuesto. Pero después se van a tener que sentar a negociar y mostrar proyectos viables”, indicó uno de los diputados del bloque.
Para los próximos meses la idea es empezar a mostrarse. Hacer actividades juntos. Fotos nuevas y frescas. Dar cuenta de que hay empatía y lazos políticos que empiezan a construirse. Mostrar ideas en común que puedan integrar un potencial programa político. Pese a las diferencias sobre cómo seguir, la intención de caminar juntos está presente y las conversaciones están activas. Hay una coincidencia: la superestructura ya no es tan importante como antes.
Lo realmente trascendente es percibir las demandas de la gente y canalizarlas en tiempo y forma. Milei lo hizo con una motosierra en la mano y advirtiendo que llevaría adelante una política de ajuste brutal para ordenar las cuentas. “La gente no quiere ver a los políticos. Está harta de los políticos”, aseguró uno de los nombres propios más pesados que trabaja en la construcción del espacio.
El desafío es enorme. A diferencia de otras veces, la mayoría asimiló que el proyecto que vea la luz tiene que tener adentro a una parte importante del peronismo. Más temprano o más tarde, pero adentro. Solo así podrán ver la bandera negra y blanca de la llegada. Sino solo será una puerta de entrada al Congreso para un puñado de legisladores. Una apuesta que no vaya en búsqueda del premio mayor.