El queratocono es una afección ocular que fue descrita por primera vez por Benedict Duddell en 1736. Después de la primera obervación, se introdujeron en la literatura diferentes términos como prolapso corneal, córnea cónica, córnea en pan de azúcar y procidentia corneal ya que justamente, se caracteriza por un adelgazamiento corneal progresivo. En consecuencia, se produce astigmatismo irregular y miopía.
Hoy se sabe que el queratocono es mucho más común de lo que se pensaba originalmente. La prevalencia informada es muy variable, algunos estudios llegan a indicar que afecta a 1 de cada 300 personas. Incluso en la población pediátrica, estamos viendo cifras de prevalencia que son muy altas.
El desafío de los oftalmólogos
En las últimas dos décadas, hubo un cambio de paradigma en el manejo del queratocono. El tratamiento se expandió significativamente. Nuestro deber como oftalmólogos es no solo solucionar el problema o proporcionar la mejor óptica o la mejor atención médica, sino también comprender por lo que están pasando estos pacientes y ser empáticos.
Es maravilloso diagnosticarlo temprano, pero si no se puede hacer nada al respecto, se convierte en un punto discutible. Ahora sabemos que tenemos la capacidad de que, si diagnosticamos la enfermedad lo suficientemente temprano, podemos tratarla deteniendo la progresión.
Las causas del queratocono
La etiología del queratocono es multifactorial, y los efectos ambientales y genéticos desempeñan un papel importante. La atopia, es decir la predisposición a tener reacciones alérgicas, el frotamiento de los ojos y la exposición a los rayos ultravioleta son algunos de los factores de riesgo reconocidos
Un área de investigación realmente interesante es la base genética del queratocono. Creo que hoy en día se acepta ampliamente que el queratocono es una enfermedad de base genética que puede verse influida por factores ambientales, pero los factores de riesgo genéticos son realmente importantes.
Hay mucho miedo en torno al diagnóstico de queratocono. Los oftalmólogos entendemos que es una afección refractiva, pero los pacientes lo ven como una afección médica. Por eso, llegan al examen ocular con un cierto nivel de miedo. Lo más importante es hacerles saber que hay excelentes opciones, tanto ópticas como médicas.
Siempre hablamos de los pacientes y de los numerosos aspectos que hay que tener en cuenta para tratar el queratocono: el diagnóstico, la detención o interrupción de la progresión y, después, la mejora de la visión en aquellos que ya han sufrido pérdida de visión.
Una de las investigaciones más interesantes en el campo de las lentes de contacto es la que aborda algunas de las distorsiones más específicas de la visión del queratocono, es decir, la corrección de aberraciones de orden superior. Así que, aunque ya tenemos las capacidades clínicas para hacerlo, todavía se está desarrollando y mejorando y, a través de numerosas investigaciones, vamos a poder hacer mucho más.
Las intervenciones quirúrgicas, como los segmentos de anillos intracorneales o, lo que es más interesante, algunos implantes corneales, en los que se puede fabricar tejido corneal de un donante para colocarlo en la córnea y tener efectos espectaculares, mejoran la forma de la superficie corneal y, por lo tanto, la visión.
Recientemente en la Argentina, publicamos junto a los doctores Carlos Rocha de Lossada y Roger Zaldívar, un estudio sobre una nueva técnica para implantar segmentos de anillos intracorneales. Allí evaluamos la seguridad y eficacia de la técnica ByLimb luego de un año de seguimiento. Se observó un total de 17 ojos que completaron el periodo de seguimiento de 12 meses. Si bien los hallazgos actuales son prometedores, se justifica un seguimiento continuo de estos casos.
(*) El doctor Roberto Albertazzi (M.N. 54.836) es médico oftalmólogo. Presidente de la World Keratoconus Society y miembro fundador de la Sociedad Argentina de Cirugía Refractiva, Córnea y Cataratas. Miembro del Consejo Argentino de Oftalmología (CAO)